viernes, 18 de julio de 2008

Discurso Concierto Banda Municipal de Olmedo y Banda Maestro Nacor Blanco de Zamora el 23 de Febrero de 2008

Ahí os mando el discurso de los hermanos de El Prendimiento que me hizo llorar esa tarde cerca de Semana Santa para el Concierto que organizaron la Bandas de música Maestro Nacor Blanco y Municipal de Olmedo, junto con los hermanos de paso del Ecce Homo y de El Prendimiento, y la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Zamora.

Como todos esos conciertos fue un momento especial, sobre todo cuando La Saeta sonó por primera vez este año y las dos bandas interpretaron Mater Mea... Impresionante.

Buenas tardes, bienvenidos a este concierto.
Tenemos que agradecer a la Banda Nacor Blanco y a los hermanos de Paso del Ecce Homo su asistencia, y a la Banda de Olmedo su fidelidad. También es imprescindible dar las gracias a la Vera Cruz, en cuyo marco nos hallamos, y sin la cual nada de esto existiría.
“A las cuatro de la tarde la sombra de Santa Maria la Nueva hierve de expectación, como cada Jueves Santo desde hace mucho tiempo. Ya no falta nada para que las calles se tiñan de túnicas moradas, de olor a almendras garrapiñadas, de meriendas debajo del Obispado, de pasos y de marchas. La Cruz, el Lavatorio, La Cena. Ahí van, miradlos, detrás de la Oración del Huerto. La Flagelación, la Coronación, el Ecce Homo aquí presente hoy también. La sentencia, el Nazareno y la Dolorosa. Y suena Mater Mea, ahora que todavía es media tarde, y aún hace sol, que le saca sombras a Judas, luces al Cristo, y deja a Malco entre dos tierras, con la espada haciendo un arco en el aire. Y al Cristo desnudo, atado a la columna, lo reconforta en la soledad obligada.
Bailan al pasar la Plaza Mayor, al llegar al Mercado, en la Magdalena. Fondos, botellas de agua; banzos, cálido peso sobre los hombros, que destroza las ganas de nada que no sea el silencio. Uno, dos; uno, dos. Propios y extraños, todos giran la cabeza al Paso. Todos se admiran, extraños y propios. Pero no, los que son los propios son de Olmedo, un año más, como desde el 98. Torija lo talló en 1898. Olmedo le cantó separado por 100 años, un siglo en el que cada Jueves Santo la tarde es eterna, y la Madrugada parece estar a semanas, pero en realidad solo la separa un Misere de distancia.
Y pasa la merienda, como un fugaz recuerdo del inicio de primavera, como un respiro en mitad del sudor de una tarde que de otra forma sería demasiado fría para sudar. Y vuelve a ser de noche, la noche que Zamora pinta de naranja con farolas sobre las aceras, que resistiéndose, todavía son moradas, con cíngulo amarillo y vara caoba. Y debajo de Santa María ya no hay sombra, la sombra ganó el cielo, coronado por la primera Luna llena de primavera, como mandan los cánones. Y ahora sí, toma la curva.
No hay dolor, porque es entonces cuando suena la primera de las dos Saetas. La Saeta, tan impropia de Zamora, donde lucha la sobriedad contra esos artificios del sur, donde prima el silencio antes que las voces, donde la admiración callada pesa sobre los aplausos, que, sin embargo, el alma sigue pidiendo, cuando se acercan a la rampa, y suben de tono los acordes.
Que no se mueva!! Dice alguien dentro. Que no se mueva!! Oyen decir ahí fuera, aunque fuera no importa, al menos no ahora.
Y tan pronto como empezó, terminan esos segundos de eternidad. La eternidad sobre los hombros, la eternidad sobre la rampa. La eternidad dura diez minutos, y tocará esperar casi trescientos sesenta y cinco días para que el Jueves vuelva a estar en medio, en medio de la nada que a los zamoranos nos parece todo lo que no es esa Semana, en medio de la cual también se encuentra nuestra tarde del Jueves. Y es que es nuestra, porque todos la hacemos. Los que guardan silencio en la calle, los que sudan los banzos, los niños que recogen almendras, como hicimos todos de pequeños, los que rezan al ver pasar a Jesús prendido, los que le dan la Banda sonora a un momento que trasciende más allá de la originalidad de una película y se convierte en el sentir de una ciudad. Incluso de dos, Zamora y Olmedo, unidas por algo que no se puede explicar. Bienvenidos.”

Gracias al artista que lo redactó y que algún día sabrá lo que es estar debajo del Prendimiento un Jueves Santo. Gracias de corazón Hermano

4 comentarios:

jaio dijo...

Algún día te cobraré los derechos de autor correspondientes...

fer dijo...

se me saltan las lagrimas

Judas dijo...

Tiene mas sentimiento ke algunos ke ya cargan

Anónimo dijo...

a mi se me han saltado. gracias hermano